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¡El planeta no puede sobrevivir otros cuatro años de Trump!

Tercera parte:
Los mares:
zonas muertas, parches de basura y olas de calor


Parte del Gran Parche de Basura del Pacífico (Foto: Wikimedia commons)

 

Nota de la redacción: Un lector nos envió lo siguiente — la tercera y última entrega de una serie de artículos sobre la destrucción de los ecosistemas del planeta que, bajo el régimen de Trump y Pence, ha alcanzado nuevos niveles de devastación y peligro.

Aquí y aquí se puede encontrar la primera y segunda partes de esta serie. No es una exageración decir que, si el régimen de Trump y Pence se queda en el poder por cuatro años más, el daño que le cause al planeta y sus ecosistemas, especialmente la aceleración del calentamiento global, y la continua sobrevivencia de grandes sectores de la humanidad, bien podría ser irreparable.


El Océano Pacífico. Foto: Wikimedia commons

Se cree que la vida en el planeta comenzó en los océanos hace aproximadamente 4 mil millones de años. Hoy, los océanos contienen entre 500.000 y 10 millones de especies, de ballenas a bacterias, la mayor parte desconocida por la ciencia. Los océanos absorben el dióxido de carbón, protegiendo al planeta del calentamiento global, y absorben más calor que la tierra. Las corrientes de los océanos ayudan a mantener las estaciones.

Para la humanidad, los océanos son una fuente de increíble belleza, asombro y conocimiento. Le suministran a la humanidad la quinta parte de las proteínas que consumimos (y mucho más en muchas áreas).

El cambio climático

El océano que hemos conocido está muriendo. El calentamiento global es responsable de la aceleración de la cada vez más grave destrucción de los océanos. Por ejemplo:

  • En 2006, una enorme ola de calor marina (conocida como “el blob”) cubrió buena parte del Océano Pacífico, elevó la temperatura del océano 2,8° C / 5° F y duró 2 años. La ola de calor marina impactó de manera devastadora a la vida marina, por ejemplo, las focas y los salmones. Una ola similar se formó en 2014-2016 y otra vez en 2019. Ahora se considera que la formación de estas olas duraderas es 100 veces más probable que hace solo unas décadas. Si se sigue quemando combustibles fósiles al ritmo actual y las temperaturas suben 2,8° C / 5° F (que cuadra con lo que los científicos calculan actualmente), algunas partes del océano podrían encontrarse en un estado constante de calentamiento extremo, con consecuencias desastrosas para las especies que viven ahí.
  • La formación del “Blob”                    Actualmente        

    Entre 2014-16 y otra vez en 2019, una ola de calor marina fuera de lo ordinario azotó la costa del oeste de Estados Unidos. Esta ola fue apodada el “Blob”. La ola de calor marina fue la más grande desde 1981 cuando los satélites de NOAA empezaron a mantener un registro. La ola de calor marina de 2019 fue la segunda más grande. (NOAA Coral Reef Watch)

  • Un reciente informe publicado en la revista Nature Climate Change indica que los océanos se están volviendo más estratificados, con agua caliente arriba y agua fría en el fondo, con menos mezcla. Según el científico climático Michael Mann, uno de los autores del estudio, esto presenta unos problemas graves: 1) los océanos ya no absorben la misma cantidad de calor que antes, lo cual contribuye a más calentamiento del planeta en su conjunto; 2) la creciente estratificación contribuye a la intensidad de las tormentas tropicales. El estudio de Mann concluyó que esto está sucediendo mucho más rápido que lo previsto.

  • El calentamiento de los océanos contribuye a la intensidad de las tormentas tropicales, un evento que se está desenvolviendo mucho más rápido de lo previsto. Esta foto capta la secuela del ciclón Pam de 2015 que destruyó el 90% de los edificios en la nación de Vanuatu. (Foto:  AP)

  • El océano está absorbiendo más dióxido de carbón del aire, haciendo el agua más acídica. Esto dificulta que los corales, conchas, mejillones y otros organismos desarrollen sus cascos. Actualmente se calcula que el 90% de los arrecifes de coral, los cuales constituyen algunas de las áreas más ricas de vida marina en el planeta, estarán muertos para mediados de este siglo

  • 2010: una variedad de corales de la Gran Barrera de Coral cerca de Cairns, Queensland, Australia. (Foto: Toby Hudson Wikimedia Commons)


    2016: coral cuerno de ciervo muerto por el blanqueo en el norte de la Gran Barrera de Coral. (Foto: Greg Torda, ARC Centre of Excellence for Coral Reef Studies/Creative Commons)

  • La alteración de las temperaturas oceánicas resulta en la alteración de la “banda transportadora oceánica”, que regula el clima del planeta. Cualquier alteración de esta corriente podría llevar a enormes cambios en el clima planetario.
  • Un sistema insostenible

    La contaminación, la pesca insostenible y los desperdicios tóxicos están dejando resultados devastadores para los océanos del planeta. Al igual que el cambio climático, esto está arraigado en el sistema de capitalismo-imperialismo. Con motivo del 50° aniversario del Día de la Tierra, Raymond Lotta escribió: “Los modelos económicos y el sistema de precios del capitalismo no pueden capturar la verdadera medida de estos elementos de la naturaleza. Sistemáticamente ‘infravaloran’ la naturaleza porque, históricamente, estos beneficios de los ecosistemas se proporcionan ‘gratuitamente’ como ‘bienes públicos’ — y han sido sistemáticamente sobreexplotados a medida que el imperialismo implacable y masivamente mercantiliza una proporción cada vez más grande de la naturaleza.”

    Considere lo que se llama el Gran Parche de Basura del Pacífico en el océano Pacífico, donde las corrientes marinas han causado que se acumule una enorme cantidad de plástico y basura, el doble del tamaño de Texas. Este es uno de 5 lugares parecidos a través del planeta. Al descomponerse el plástico, se va metiendo en todo rincón de los océanos, desde la superficie hasta el fondo del mar. Las tortugas, aves marinas, peces, y mamíferos marinos comen o se enredan en la basura de plástico. El plástico contiene toxinas, que se concentran en animales más pequeños y en los animales que los comen. En la cúpula de la cadena alimenticia están los humanos. Los estudios han demostrado que los seres humanos de hoy en día llevamos plástico en todo órgano del cuerpo.


    Concentraciones del Gran Parche de Basura del Pacífico. (Mapa: NOAA)

    A pesar de que se ha sabido desde hace mucho tiempo del daño que el plástico le causa al medioambiente, la producción del plástico ha seguido incrementando, a menudo para cosas inútiles como el embalaje de los bienes de consumo. Entre 2000 y 2010, se produjo más plástico que en todo el siglo anterior. Y se anticipa que en los próximos 10 años aumentará en 40%.

    Considere la zona muerta que se forma cada verano frente al Golfo de México. Las zonas muertas se forman cuando químicos, como los fertilizantes que se usa en la agricultura industrial, drenan a los ríos que fluyen al rio Misisipí y finalmente desembocan en el Golfo. Ahí causan el crecimiento de algas en la superficie, lo cual disminuye el oxígeno a niveles más profundos. Miles de peces terminan muertos depositados en las playas. Hace 50 años, en el mundo había 50 zonas muertas. Hoy, hay más de 400.


    Imagen de satélite del Golfo de México muestra los sedimentos del río Misisipí que desembocan en el golfo. La zona muerta de este año en el golfo podría ser la más grande registrada. (Foto: Wikimedia Commons/NASA Earth Observatory)

    La pesca no sostenible también está perjudicando al ecosistema del océano. En 2015, se pescó para comerciar un tercio de los peces del mar con tanta rapidez que no era posible que se repusieran. Cuando se quitan del océano demasiados peces, causa un desequilibrio que resulta en la pérdida de otras vidas marinas importantes — especies vulnerables que incluyen a la tortuga de mar y los corales. La disminución de suministros de peces pone en peligro la vida de millones de personas que viven en pobres comunidades costeras que podrían pasar hambre y perder su sustento.

    Al mismo tiempo que el quemar combustibles de fósiles está arruinando el clima, la perforación petrolera en el mar y los derrames que se dan están perjudicando a la vida del océano. El derrame de petróleo de la plataforma Deepwater Horizon operada por BP en el Golfo de México fue de 750 millones de litros (200 millones de galones) de petróleo. Este desastre ha ensuciado a más de 2.000 kilómetros (1.300 millas) de playas en el Golfo, ha puesto en peligro la salud pública, y ha matado a decenas de miles de aves, tortugas de mar, delfines y peces. Además de los enormes derrames como el de BP, hay muchos otros más pequeños. Entre 2007 y 2017, en solo las zonas marinas federales de Estados Unidos, hubo 6.500 derrames. Además del devastador impacto que tienen estos derrames, estas plataformas perforadoras generan muchos tipos de desperdicios tóxicos, aun cuando funcionan como fueron diseñadas.

    Necesitamos una sociedad que se base en mantener relaciones sostenibles con el mundo natural. Esto es algo que el capitalismo no lo puede hacer.


    Trump revocó reglamentos establecidos después del derrame petrolero de BP que pretendían impedir semejantes derrames en el futuro. También ha propuesto permitir la explotación de petróleo en todas las zonas marinas federales. Esta foto capta las secuelas del derrame de BP / Deepwater Horizon, un desastre industrial que ocurrió en abril de 2010 en el Gólfo de México. (Foto: Wikimedia Commons)

    Trump y los océanos

    La mayor parte de la devastación ambiental en los océanos se debe directamente al cambio climático causado por la quema del combustible fósil. Esto no empezó con Trump; el responsable es el sistema de capitalismo-imperialismo, su sanguinaria competencia y su afán por las ganancias. Lo que Trump ha hecho es acelerar ese proceso en gran medida.

    Trump descarta la ciencia del cambio climático, se ha retirado del acuerdo climático de Paris, ha promovido y desregulado los centrales de carbón, revocado reglamentos para limitar las emisiones de automóviles, eliminado reglamentos sobre el metano, aprobado la construcción de oleoductos disputados y extendido la perforación petrolera, la minería del carbón y el fracking (la fractura hidráulica). Y Trump ha destruido a los océanos de otras maneras:  

    • El 5 de junio, Trump autorizó la pesca comercial en el único monumento nacional marino, el Northeast Canyons and Seamounts Marine National Monument (Monumento Nacional de los Cañones y Montes Submarinos del Nordeste). En este lugar viven especies raras de corales de agua fría, unos de los cuales tienen más de 4.000 años, así como diversos sistemas de vida que viven en tres cañones debajo del mar y cuatro volcanes extintos.
    • En la última semana de octubre de 2020, Trump nombró a dos negadores de la ciencia y a un ayudante de su campaña electoral a altos cargos en la National Oceanic and Atmospheric Administration (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica), la principal agencia estadounidense que estudia el cambio climático y el ambiente oceánico. Estos nombramientos presagian lo que pasaría si Trump permaneciera en el poder: convertir a un importante cuerpo científico en un centro de secuaces que niegan el cambio climático.
    • El 19 de junio de 2018, Trump firmó una orden ejecutiva que revocó la Política Nacional sobre el Océano (que los republicanos llaman “Obamacare para el océano”) y la reemplazó con una política que apenas menciona el cambio climático y no se enfoca en la preservación del océano sino en su desarrollo económico, lo que incluye minar el fondo del mar.
    • Trump revocó reglamentos establecidos después del derrame petrolero de BP que pretendían impedir semejantes derrames en el futuro. También ha propuesto permitir la explotación de petróleo en todas las zonas marinas federales.
    • Trump es un firme defensor de la industria de plástico en Estados Unidos. Siempre se burla de los esfuerzos por reducir la cantidad de plástico de uso de una vez. Y cuando habla de la contaminación por plástico, le culpa a otros países (especialmente a China) aunque Estados Unidos produce más plástico per cápita que China

    ***

    Especies oceánicas amenazadas

    Si bien se sabe mucho menos sobre la extinción de las especies marinas que la de sus parientes terrestres, un estudio realizado en 2019 en la revista Nature determinó que las especies oceánicas eran más vulnerables a los cambios de temperatura que las especies terrestres.

    La primera parte de esta serie (sobre la Gran Barrera de Coral) cubrió la situación de los arrecifes de coral, que están amenazados por el aumento de las temperaturas oceánicas. Estas "selvas del mar" podrían extinguirse en las próximas décadas.

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    La tortuga baula

    La tortuga baula (o leatherback) es la más grande tortuga marina, puede medir hasta 2,1 metros (7 pies). Cada año migran hasta 16.000 kilómetros (10.000 millas). En los últimos 30 años, la población de estas tortugas ha rebajado en 90%.


    La vaquita

    La vaquita es una marsopa pequeña que solo se encuentra en el norte del Golfo de California, México. Quedan menos de 20 de estos animales; en 1997 había 600 de ellos. Han quedado atrapadas en las redes de pesca y recientemente han sido cazadas porque alguna gente cree que su vejiga natatoria tiene poderes medicinales

    La foca monje de Hawáil

    La foca monje de Hawái, que los hawaianos nativos llaman ilio-holo-i-ka-uaua o “perro que corre por aguas bravas”, es amenazada por la elevación del mar que está destruyendo las playas donde las focas descansan y crían. Las focas también mueren cuando las enredan las redes de pesca. Apenas quedan unas 1.000 de estas focas.

    Lea la serie:

    ¡El planeta no puede sobrevivir otros cuatro años de Trump!

    Primera parte: La Gran Barrera de Coral y el Amazonas

    Lea más


    Coral blanqueado, la Gran Barrera de Coral


    Segunda parte: El Ártico, tierra de hielo (derretido) e incendios

    Lea más


    Un oso polar hambriento (Foto: Wikimedia commons)


    Vea también:

    A 50 años del primer Día de la Tierra: Reflexiones sobre la catástrofe que es el capitalismo-imperialismo

    Raymond Lotta

    Lea más


    Bosque Nacional Jacundá, parte de la selva amazónica, 25 de agosto de 2019 (Foto: AP)

    Esta serie ha demostrado que el medio ambiente mundial está al borde del precipicio, y muchos ecosistemas enfrentan la posibilidad de colapsar. Hay especies que penden de un hilo, desde la selva hasta el Ártico y el océano. Como hemos recalcado a lo largo de esta serie, aun pequeños cambios en un ecosistema pueden tener enormes efectos en el sistema en su conjunto. Debido a la interconexión de todas las especies de la vida, los cambios a ecosistemas oceánicos afectarán a todas las especies en el planeta, entre ellas los seres humanos.

    Hoy mismo, la humanidad enfrenta una decisión con enormes implicaciones no solo para la humanidad, sino para el planeta. Cuatro años más del régimen fascista de Trump, negador de la ciencia, destruidor de la naturaleza, emisor de gases de combustible fósil, serían una pesadilla para el planeta. Tenemos que recurrir a todos los medios no violentos para impedir que Trump y Pence consoliden el fascismo. Además, en última instancia, para salvar al planeta, tenemos que tumbar el sistema capitalista-imperialista y reemplazarlo con un sistema socialista que avance hacia el comunismo y que se base en, entre otras cosas, “Proteger, conservar y mejorar los ecosistemas y la biodiversidad del planeta para las actuales y futuras generaciones” (de la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de la autoría de Bob Avakian).

     

     

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