Revolución #223, 23 de enero de 2011
Nota de la redacción: El siguiente texto es de una reciente charla de Bob Avakian, el presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos. A continuación presentamos el sexto pasaje de esa charla la cual está saliendo por partes en Revolución. La charla empezó a salir por partes en Revolución #218, 28 de noviembre de 2010. En preparación para su publicación, se ha revisado el texto y agregado las notas.
La diferencia fundamental entre el comunismo y el anarquismo
Esto también toca las diferencias, que son fundamentales y profundas, entre el comunismo y el anarquismo. El anarquismo es al final de las cuentas —y a menudo no tan al final de las cuentas sino más bien directa, explícita y a veces hasta crudamente— una expresión del punto de vista de la pequeña burguesía. Nuestras diferencias con el anarquismo tienen que ver con la necesidad, y la naturaleza, de la transición a una sociedad radicalmente diferente, pero también tienen que ver, incluso más allá de eso, con la misma naturaleza del objetivo final: para qué clase de sociedad nos estamos esforzando y cómo funcionaría realmente esa sociedad, cómo se interrelacionarían los seres humanos en esa sociedad, qué es lo materialmente posible y viable sobre esa base y cómo se lidiaría en tal sociedad con la dinámica contradictoria que continúa entre la necesidad y la libertad, a diferencia de alguna clase de libertad absoluta en abstracto. En la sociedad comunista también esa contradicción, entre la necesidad y la libertad, y la necesidad de transformar la necesidad en libertad a través de la lucha, continuaría reafirmándose a sí misma, continuaría confrontando a los seres humanos — y éstos lucharían sobre los medios para hacer eso.
En esto vemos una vez más la profunda importancia de comprender que la libertad no estriba en la ausencia de la necesidad y la restricción — ni de la coacción de una clase u otra. La naturaleza nos coacciona todo el tiempo, en caso de que alguien no lo haya notado. Pero incluso la coacción social no es algo que nosotros vamos a dejar completamente atrás: la cuestión esencial es si eso ocurre o no en la forma de antagonismos sociales arraigados en las relaciones fundamentales de explotación y opresión. Pero, para decirlo en términos generales, la necesidad siempre confrontará a los seres humanos; siempre existirá tanto la restricción proveniente de la naturaleza en el sentido más amplio como la restricción social sobre los individuos y sobre los miembros de la sociedad colectivamente y siempre existirá lucha sobre cómo manejar esas contradicciones. La libertad siempre estribará, una vez más, en la transformación de la necesidad en libertad por medio de la lucha, y no en la evasión o en la ausencia absoluta de estas cosas, y de la necesidad como un fenómeno general.
Por eso, un enfoque materialista dialéctico, comunista científico de todo esto contrasta de manera fundamental y se opone al socialismo utópico como también al anarquismo. Por ejemplo, eso está en fundamental oposición a la clase de socialismo utópico (si se quiere ser bondadoso y darle esa designación) de parte de alguien como Alain Badiou, quien busca evitar la necesidad para la revolución y un estado revolucionario para poder forjar alguna clase de igualdad, que una vez más —como señalamos en nuestra polémica en Demarcations*— es en realidad una expresión, y lo es explícitamente, del ideal rousseauniano y todas sus limitaciones, toda su concepción idealista y fundamentalmente incorrecta.
En oposición a los Badiou del mundo y a todos aquellos que aparecen con esquemas utópicos que dejarían al menos objetiva —y a veces consciente y explícitamente— las relaciones fundamentales del mundo sin cambiar y sin cuestionar, lo esencial es que el mundo no puede permanecer sin cambiar en lo fundamental: como esa polémica en Demarcations contra la filosofía política de Alain Badiou lo pone, no podemos permitir que el sistema del imperialismo “siga operando en el ‘fondo’, aplastando vidas y destruyendo espíritus”. Eso es exactamente lo que hace. Uno solamente necesita mirar al mundo con un ojo abierto y un destello de enfoque científico para ver que eso es lo que hace — y para ver que eso ya no es necesario, que el mundo no solamente no debe permanecer sin cambiar en lo fundamental, en un sentido moral, sino que no tiene que permanecer sin cambiar en lo fundamental, en un sentido materialista. Para que ocurra un cambio fundamental, sin embargo, se requiere un enfoque sistemáticamente científico —y en particular el punto de vista y método científico más sistemático, congruente y riguroso, el comunismo— y no, en oposición a eso, un enfoque utópico e idealista.
Todo esto es otra ilustración de que, si usted no desea abrazar y se rehúsa a abrazar y contribuir al cambio revolucionario que es necesario y que es realmente posible —si usted trata de evitar o incluso se opone a la revolución que conduce a la dictadura del proletariado como un estado socialista revolucionario, como un sistema económico radicalmente nuevo y como una transición a un mundo comunista—, terminará por convivir con la dictadura de la burguesía y, al menos objetivamente y en ciertos aspectos importantes terminará por contribuir a apoyarla y perpetuarla —una dictadura que existe hoy, aunque lo reconozca o no— una que impone el sistema capitalista imperialista que ahora domina al mundo con consecuencias tan terribles y ahora completamente innecesarias para la gran mayoría de las personas del mundo y fundamentalmente para toda la humanidad.
Esto retoma otra de esas incisivas declaraciones de Marx: “El derecho no puede ser nunca superior a la estructura económica ni al desarrollo cultural de la sociedad por ella condicionado”. Eso es otra manera de decir que siempre que existan las relaciones y dinámica fundamentales del capitalismo, no se puede cambiar en lo fundamental la sociedad, no se puede hacer cambios cualitativos en la superestructura, en el sistema político y la ideología, cultura y moralidad, y uno terminará por retroceder una vez más a los confines —y sí, a la dinámica aplastante— del sistema capitalista imperialista y su proceso de acumulación — que establecerán los términos en toda la sociedad. A menos que uno sea parte de romper con eso y de contribuir a la lucha para abolir completamente el sistema, no se tendrá elección — gústele esto o no y reconózcalo o no, no se tendrá opción salvo vivir bajo un dominio político institucionalizado que ejerce la dictadura para imponer y reforzar el sistema económico explotador y su dinámica aplastante.
Continuará
1. Ver “Alain Badiou’s ‘Politics of Emancipation’: A Communism Locked Within the Confines of the Bourgeois World”, de Raymond Lotta, Nayi Duniya y K.J.A., en Demarcations, a Journal of Communist Theory and Polemic, en línea, número 1, verano-otoño 2009. (Este ensayo está en inglés en forma de texto y/o de pdf en www.demarcations-journal.org.) [regresa]