La masacre de Charleston: Un crimen muy ESTADOUNIDENSE

8 de julio de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Nueve personas masacradas en la iglesia Emanuel African Methodist Episcopal, en Charleston, Carolina del Sur… por ser negros. Mientras rezaban. Por un supremacista blanco de sangre fría, después de que le abrieron la puerta…. Tambaleas, una patada al corazón.

La masacre de Charleston fue parte de una larga y horripilante historia de violencia de parte de supremacistas blancos contra el pueblo negro en Estados Unidos. Un crimen muy ESTADOUNIDENSE.

Asesinar a negros en la iglesia y ataques violentos contra las iglesias negras no es historia antigua. No es historia limitada a la Confederación, los estados esclavistas antes de la guerra de Secesión (aunque la opresión del pueblo negro está profundamente arraigada en la esclavitud y el primer Jim Crow). No es algo aparte, sino algo íntegro a toda una horripilante historia de linchamientos, terror y muerte a manos del KKK, asesinatos policiales, encarcelamiento en masa, y opresión generalizada.

Y los ataques contra las iglesias negras forman parte del terror moderno al que el pueblo negro es sometido a diario por racistas uniformados y no uniformados.

¿Todos los días? Sí, todos los días. En Estados Unidos la policía mata a negros y latinos no armados en promedio de uno al día. Durante la semana después de la masacre de Charleston, en el Sur, quemaron cuatro iglesias — las autoridades dicen que tres de los cuatro incendios fueron premeditados.

Aquí solo podemos mencionar brevemente unos cuantos de los muchísimos incidentes de violencia que este sistema ha perpetrado contra los negros desde que fueron secuestrados en África y traídos acá como esclavos hasta hoy día. Para comprender mejor esa historia, lea La opresión del pueblo negro, los crímenes de este sistema y la revolución que necesitamos.

Una nación que nació de la opresión violenta a las personas negras y el genocidio

De 1500 a 1900, entre 10 y 15 millones de africanos fueron violentamente sometidos a la esclavitud, para muchos de ellos su destino fue “la tierra de la libertad”, Estados Unidos — tierra arrebatada a la fuerza de los pueblos indígenas.

El trabajo despiadado de los esclavos es responsable de buena parte de lo que es la gran riqueza y el poder de Estados Unidos. Los académicos calculan que durante el infame “Pasaje del Medio”, la travesía del Océano Atlántico, murieron 2 millones de africanos — entre el 10% y el 15% fueron tirados por la borda, ya sea por estar enfermos, o débiles o muertos por las condiciones infrahumanas en los barcos. Otros, entre el 15% y el 30%, murieron durante la marcha a la costa africana o durante la detención. En total, por cada 100 esclavos que llegaron al Nuevo Mundo, 40 perecieron en África o durante el Pasaje del Medio.

Y la esclavitud se hacía cumplir con violencia desenfrenada. El esclavo no tenía derechos. A los que trataban de fugarse, les azotaban y torturaban para sembrar terror entre los demás.

Cuando estalló la guerra de Secesión, unos 200.000 soldados negros lucharon para abolir la esclavitud y de ellos unos 40.000 murieron.

Jim Crow: Termina la esclavitud, persisten las masacres y el terror

La esclavitud abierta, que se hacía cumplir con violencia desenfrenada y legalizada, terminó hace 150 años con la derrota del Sur. ¿Pero pararon las atrocidades violentas contra la gente negra? Para nada.

Durante el período conocido como la Reconstrucción, que duró unos 10 años después de que terminó la guerra de Secesión, el gobierno federal estadounidense estacionó soldados para impedir masacres de negros y blancos pobres que buscaban obtener tierra y ejercer derechos políticos prometidos. En 1877, retiraron esos soldados del Sur (muchos fueron trasladados al oeste para masacrar a los indígenas norteamericanos). El Ku Klux Klan, terroristas supremacistas blancos, que durante la Reconstrucción eran controlados en parte, ahora podían cometer sangrientos masacres de negros y sus partidarios. La Corte Suprema legalizó ésas masacres con la decisión Cruikshank de 1875, en la que defendió la decisión del estado de Luisiana de no levantar cargos contra los blancos que masacraron a más de 100 negros y blancos que defendían la Reconstrucción en Colfax, Luisiana.

Lo que siguió fueron décadas de violencia desenfrenada del KKK en el Sur, en estrecha colaboración con los policías y los sheriffs, que en la mayoría de los lugares eran los mismos klanistas. En toda ciudad, en todo pueblo, había un lugar donde se podía ir a recoger los cuerpos de los negros tras una noche de terror klanista.

Fueron décadas de descaradas masacres, masacres de que la mayoría de la gente nunca ha aprendido. En 1876, en Hamburg, Carolina del Sur, mataron a siete negros y saquearon el pueblo entero. En 1887, en Thibodaux, Luisiana, masacraron a al menos 35 trabajadores negros de la caña que estaban en huelga, pero la verdadera cantidad podría ser hasta 300. En 1923, ocho habitantes negros de Rosewood, Florida, fueron masacrados, y la población entera de 350 fue desalojada.

Una de las masacres más terribles contra los afroamericanos tuvo lugar en 1921 en Tulsa, Oklahoma. Después de que corrió la voz de que un joven negro insultó a una blanca, una chusma se juntó para linchar al supuesto culpable. Fuerzas organizadas de la comunidad negra se movilizaron para defenderlo. Todas las fuerzas del odio en los alrededores —incluyendo la policía y la Guardia Nacional— respondieron a esta resistencia con dos días de matanzas e incendios. A los muertos de la comunidad negra se les amontonaron en pilas, y el distrito financiero de North Tulsa quedó completamente en cenizas. Se calcula que unas 300 personas negras fueron masacradas y más de 800 heridos. Un reportero escribió: “Cadáveres amontonados como leña en esquinas, la gente toma fotos como recuerdos. Cadáveres amontonados en carretas, camiones y a lo largo de la vía del ferrocarril. Cadáveres enterrados en un túnel subterráneo en el centro, donde [una persona] dijo que se había matado a garrotazos a 123 negros. Cadáveres abandonados en un parque por días se pudrían bajo el ardiente sol de Oklahoma. Cadáveres tirados al río Arkansas y llevados por las corrientes”. (New York Times, 19 de diciembre de 1999)

La masacre de Tulsa, 1921: Sucedió en Tulsa en el estado Oklahoma una de las masacres más horripilantes en 1921. Por décadas, los negros que huían del horror que era la vida en las plantaciones del Sur, se dirigían hacia el oeste hacia North Tulsa, donde, junto con indígenas seminoles negros que habían migrado a Oklahoma un siglo antes, construyeron una nueva comunidad de 15.000 habitantes. Se llamaba el distrito Greenwood, o “La pequeña África” — una de las comunidades negras más exitosas y ricas de Estados Unidos. La mayoría de sus vecinos eran trabajadores asalariados, cruzaban los rieles del ferrocarril para hacer los peores oficios y trabajos domésticos en South Tulsa. Al mismo tiempo, la rígida segregación de Tulsa resultó en que “La pequeña África” creara su propio distrito financiero a lo largo de la avenida Greenwood, ahora conocido como el Wall Street Negro. Contaba con teatros, así como periódicos y joyerías, y 15 médicos, tres bufetes de abogados, una escuela, tres tiendas de abarrotes, muchos restaurantes, iglesias, y una línea de autobuses, todos negocios de negros.

Pero el Tulsa Tribune y los racistas de South Tulsa simplemente le llamaban “N*ggertown”. Un día, después de que corrió la voz de que un joven negro insultó a una blanca, una chusma se juntó para linchar al supuesto culpable. Fuerzas organizadas de la comunidad negra se movilizaron para defenderlo. Ante esa resistencia, todas las fuerzas del odio en los alrededores —incluyendo la policía y la Guardia Nacional— respondieron con dos días de matanzas e incendios. A los muertos de la comunidad negra se les amontonaron en pilas, y el distrito financiero de North Tulsa quedó completamente en cenizas. Se calcula que unas 300 personas negras fueron masacradas, más de 800 heridas.

El reportero Brent Staples describió cómo terminó: “Cadáveres amontonados como leña en esquinas, la gente toma fotos como recuerdos. Cadáveres amontonados en carretas, camiones y a lo largo de la vía del ferrocarril. Cadáveres enterrados en un túnel subterráneo en el centro, donde [una persona] dijo que se había matado a garrotazos a 123 negros. Cadáveres abandonados en un parque por días se pudrían bajo el ardiente sol de Oklahoma. Cadáveres tirados al río Arkansas y llevados por las corrientes”. (New York Times, 19 de diciembre de 1999)

Entre 1877 y 1950 por lo menos 3.959 personas negras fueron linchados en 12 estados del Sur. ¿Valores estadounidenses? Los linchamientos eran celebraciones públicas, motivo para reuniones familiares, picnics y conmemoradas en postales. Con frecuencia, los linchamientos no eran suficiente para esos ciudadanos blancos, esos guardianes de los valores estadounidenses: a las víctimas las mutilaban, se llevaban trozos del cuerpo como trofeos, a veces los quemaban, muertos o vivos. Un historiador escribió: “Es dudoso pensar que cualquier negro masculino que se crió en el Sur entre los años 1900 y 1940 no haya sido traumatizado por temor a ser linchado”.

Esas fueron las décadas de los linchamientos. Negros, jóvenes o viejos, linchados en cualquier momento, por cualquier razón o por ninguna razón — sin ninguna consecuencia ni para el linchador blanco ni para las chusmas linchadoras. Entre 1877 y 1950 por lo menos 3.959 personas negros fueron linchados en 12 estados del Sur.

¿Valores estadounidenses? Los linchamientos eran celebraciones públicas, motivo para reuniones familiares y picnics, y conmemoradas en postales. Con frecuencia, los linchamientos no eran suficiente para esos ciudadanos blancos, esos guardianes de los valores estadounidenses: a las víctimas las mutilaban, se llevaban trozos del cuerpo como trofeos, a veces los quemaban, muertos o vivos. Un historiador escribió: “Es dudoso pensar que cualquier varón negro que se crió en el Sur entre los años 1900 y 1940, no haya sido traumatizado por temor a ser linchado”.

En 1955, Emmett Till, de 14 años, que vivía en Chicago, estaba en Misisipí de visitas. Por silbarle a una blanca, a media noche personas blancas lo raptaron, balearon y golpearon hasta desfigurarlo. Un jurado de blancos tomó una hora para absolver a sus asesinos. El presidente Dwight D. Eisenhower no dijo nada, ni contestó una súplica de la mamá de Emmett Till. (Ver, “Emmett Till y los linchamientos, pasado y presente”)

La verdadera historia del movimiento pro derechos civiles y la colaboración KKK-FBI

Una de las grandes mentiras que cuentan las autoridades sobre la historia de este país es que el gobierno federal, incluyendo al FBI, estaba del lado del movimiento pro derechos civiles en contra de los gobiernos estatales y segregacionistas del Sur, y que las violentas atrocidades cometidas contra la gente y activistas pro derechos civiles fueron obra del KKK y racistas independientes. En realidad, con frecuencia el FBI colaboraba con el KKK y estaba más preocupada de los comunistas y los radicales en el movimiento pro derechos civiles que de los racistas asesinos.

Por ejemplo, en los años 1960, el FBI le espiaba constantemente a Martin Luther King, Jr. ¡Se ha llegado a conocer que el FBI tenía en su expediente sobre Viola Liuzzo, activista pro derechos civiles asesinada por el KKK, tres veces más páginas —1000— que sobre el KKK! No solo eso, un informante del FBI estaba en el carro con los asesinos de Liuzzo.

El 15 de septiembre de 1963, en Birmingham, Alabama, asesinos del KKK estallaron bombas en la iglesia Sixteenth Street Baptist, un centro del entonces muy intenso movimiento pro derechos civiles, y mataron a cuatro niñas e hirieron a 20 personas. Pero porque el FBI suprimió información sobre los cuatro klanistas asesinos, nadie fue arrestado inmediatamente, y nadie fue acusado por 14 años. ¡El último de los asesinos fue condenado casi 40 años después!

Además, tenemos la historia de COINTELPRO y la agresiva campaña del FBI por manchar, sabotear y destruir al Partido Pantera Negra y demás organizaciones de la lucha de liberación negra.

Nada de eso es “inexplicable” o contrario a los “valores estadounidenses”. Hay una lógica en la colaboración entre el FBI-KKK, y la campaña general del estado por suprimir la lucha contra la opresión de los negros, que está arraigada en la naturaleza misma de Estados Unidos: la defensa de la supremacía blanca, ese pilar de la sociedad y gobierno capitalistas — sembrando terror entre los negros e ignorando los crímenes violentos de quienes llevan a cabo ese terror.

El nuevo Jim Crow — La encarcelación en masa, el asesinato y terror policial, el incendiar de iglesias

Los funcionarios del gobierno y los comentaristas de la prensa grande nos quieren hacer creer que las cosas son diferentes hoy, que la opresión de los negros es en gran medida un residuo del pasado que hay que “superar”. Esa es una mentira: solo han cambiado las formas de opresión del pueblo negro. Ahora tenemos el “Nuevo Jim Crow” y todo el sistema de encarcelación en masa y de asesinato y terror policial.

Una de las cosas que ha cambiado hoy es que la mayor parte de la violencia supremacista blanca la está cometiendo la policía que mata a cientos de personas al año, y a las personas negras y latinas de una manera desproporcionada.

En las últimas décadas, la policía ha matado a miles de personas, la mayoría negra o morena (otra gente de color).. Este año, hasta el mayo, a nivel nacional la policía ha matado a 385 personas, un promedio de 2,6 al día, siendo negros y otra gente de color la gran mayoría. A ese ritmo, para el fin del año habrá matado casi 1000 personas.

Al mismo tiempo, la violencia “no oficial” es parte del mosaico del reino de terror contra los negros. En 1998, James Byrd Jr., un hombre negro de 49 años, iba caminando a la casa tras una visita familiar en Jasper, Texas, cuando tres blancos le ofrecieron un aventón. Lo aceptó. Resulta que eran partidarios del KKK y le dieron una feroz paliza antes de encadenarlo a una camioneta y arrastrarlo por carreteras rurales hasta que trozos de su cuerpo quedaron regados por millas. Estamos hablando de 1998, no de 1898.

Trayvon Martin fue asesinado por un vigilante racista blanco en Sanford, Florida, en 2012. El asesino recibió un palmazo del sistema y anda suelto. A principios del 2012, dos blancos en una camioneta fueron a media noche al barrio negro de Northgate, en el norte de Tulsa, y empezaron a disparar a la gente. En ese feroz ataque murieron William Allen, Bobby Clark y Donna (Dannaer) Fields y otras dos personas fueron heridas. El año pasado, un racista blanco mató a Jordan Davis en Jacksonville, Florida, porque le pareció que Jordan tenía el volumen de la radio en el carro demasiado alto.

Violencia contra iglesias negras

Precisamente porque las iglesias negras han sido el elemento aglutinante de muchas comunidades negras, y porque a veces han sido centros de protesta, han sido objeto de la violencia de los supremacistas blancos.

El bombazo de la iglesia 16th Street Baptist en 1963 fue un evento crucial en la historia de Estados Unidos. La iglesia fue un centro de la comunidad afroamericana y el lugar donde se reunían los activistas en pro de los derechos civiles. El bombazo se dio en medio de una racha de bombazos contra las personas negras — tantos que los negros y otros empezaron a referirse a Birmingham como “Bombingham”. Foto: AP

En los tiempos de la esclavitud los amos decretaban que los esclavos solo podían reunirse en las iglesias. Los opresores tenían sus propias razones por hacerlo, y un mensaje que querían predicar: invocar la Biblia para justificar la esclavitud. En la historia del pueblo negro en Estados Unidos, las iglesias han sido vistas como un refugio del incesante terror a cada hora y todo el día, y de las amenazas de violencia y muerte a manos de las autoridades y violentos racistas blancos.

En varias ocasiones las iglesias también eran lugares donde se planeaba y lanzaba resistencia y hasta rebeliones. En 1822, Denmark Vesey planeó y dirigió la rebelión de esclavos desde la iglesia Emanuel African Methodist Episcopal. A Vesey lo ahorcaron y la iglesia fue clausurada.

Precisamente porque las iglesias negras históricamente han sido el elemento aglutinante de muchas comunidades negras, y porque a veces han sido centros de protesta, han sido objeto de la violencia de los supremacistas blancos.

El bombazo de la iglesia 16th Street Baptist en Birmingham, Alabama en 1963 fue un evento crucial en la historia de Estados Unidos. La iglesia fue un centro de la comunidad afroamericana y el lugar donde se reunían los activistas en pro de los derechos civiles. El bombazo se dio en medio de una racha de bombazos contra las personas negras — tantos que los negros y otros empezaron a referirse a Birmingham como “Bombingham”. (Ver un pasaje de "De ‘Bombingham’ y Selma al 2015: Entrevista a un revolucionario veterano", y la entrevista completa en inglés “From ‘Bombingham’ and Selma to 2015, Interview with a veteran revolutionary”)

Durante las décadas, ha habido oleadas de ataques violentos contra las iglesias negras. Por ejemplo, en la primera mitad de 1996, 27 iglesias negras fueron incendiadas en el Sur rural, arrebatándoles a las comunidades negras de lugares para reunirse, convivir, sentirse seguros y buscar el refugio, lo cual sembró un ambiente generalizado de terror.

Según el Huffington Post, desde 1956 ha habido por lo menos 91 ataques violentos contra iglesias. Entre 1995 y 1996, incendiaron más de 30 iglesias negras, obligándole al Congreso a aprobar la Ley para la Prevención de Incendios Provocados a Iglesias. Una de las iglesias fue la iglesia Inner City en Knoxville, Tennessee, a la cual le lanzaron 18 cocteles molotov y sobre cuyas paredes escribieron insultos racistas, como “lo blanco es correcto”, según él Los Angeles Times.

Bombas, tiroteos, incendios, quema de cruces, pintarrajeadas — todo contra iglesias negras. Piénselo, con eso están mandando un mensaje — si los negros no pueden estar seguros en las iglesias, no van a estar seguros en ninguna parte. Están atacando, y en ciertos casos hasta destruyendo, una importante institución de la comunidad negra. Es una declaración de que para estos supremacistas blancos, los negros no tienen legitimidad alguna en la sociedad estadounidense — y nunca lo tendrán. En resumen, esto encierra una lógica genocida, una lógica que radica en el meollo de ESTADOS UNIDOS desde que fueron llevados a Virginia los primeros esclavos en 1619, una lógica consagrada con la fundación de Estados Unidos en 1776, y que persiste hasta hoy día.

Así que no nos vengan con pendejadas de que la masacre de Charleston no es ESTADOS UNIDOS, ¿qué otra cosa puede ser?

 

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