Revolución #234, 29 de mayo de 2011


Los pájaros no pueden dar a luz cocodrilos, pero la humanidad puede volar más allá del horizonte

Segunda parte:
CONSTRUYENDO EL MOVIMIENTO PARA LA REVOLUCIÓN

Nota de la redacción: La siguiente es la tercera entrega de la segunda parte de un reciente discurso de Bob Avakian, el presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos. Para la publicación de este discurso, éste ha sido revisado, y se le ha agregado anotaciones. La primera parte del discurso titulada "Revolución y el estado" se puede conseguir en línea en revcom.us.

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Países imperialistas

Respecto a los países imperialistas, cabe repasar brevemente la orientación estratégica tratada en "Sobre la posibilidad de la revolución"1, y a la vez remitir al lector a esa obra en sí, que presenta de forma muy condensada los principios básicos que quiero tratar aquí. "Sobre la posibilidad de la revolución" defiende y recalca la orientación básica de sostener el análisis de que en los países imperialistas en particular, será posible librar una lucha total para tomar el poder únicamente cuando se dé un importante cambio cualitativo en la situación — o sea, el estallido de una crisis revolucionaria y el surgimiento de un pueblo revolucionario de millones y millones de personas; y además que cuando sea posible hacer eso, dado el cambio cualitativo de la situación y el surgimiento de dichas condiciones, a diferencia de lo que se creía previamente, esta lucha no debería asumir la forma de insurrecciones generalizadas simultáneas en varias ciudades grandes sino al contrario, una lucha más prolongada, que tendría algunos rasgos en común con la orientación estratégica aplicada en los países del tercer mundo —aunque también sería diferente, en algunos sentidos importantes, de esa orientación— donde por lo general el camino hacia la revolución radica en una guerra popular prolongada.

Como punto decisivo de orientación, es importante recalcar que la clase de lucha prolongada que se menciona en "Sobre la posibilidad de la revolución", específicamente en referencia a los países imperialistas, si bien tendría algunos rasgos en común con las luchas en los países del tercer mundo a los que el imperialismo domina o hasta ocupa directamente, también tendría la siguiente diferencia — la cual es muy importante: en los países imperialistas se da la lucha revolucionaria en el "territorio nacional" de los imperialistas; no puede centrarse en expulsar a las fuerzas invasoras y ocupantes —en desgastarlas y hacer que por fin se retiren— sino al contrario concretamente tendría que derrotar, desintegrar, y desmantelar totalmente, las fuerzas de los imperialistas ahí mismo donde tienen su base fundamental.

Ésta es una diferencia profunda, que tiene muy profundas consecuencias no solamente por lo que se refiere al objetivo sino a los medios para librar la lucha para alcanzar dicho objetivo. Cuando el objetivo es simplemente desgastar a poderosas fuerzas ocupantes o invasoras y hacer que se rindan y se retiren, y luego librar una lucha contra las fuerzas reaccionarias locales que queden, ese fenómeno y esa dinámica son muy distintos — y eso es muy distinto a una situación en que es necesario combatir concretamente contra los imperialistas en el "territorio nacional" que comparten ambos bandos y derrotar, desintegrar y desmantelar totalmente las fuerzas reaccionarias en tal situación. Es decir, ellos no van a abandonar la lucha y retirarse en esas circunstancias. Respecto al enfoque estratégico, no se debe contar con tal desenlace —de expulsarlos y obligarlos a huir del país— ni es uno en que debe centrarse la estrategia de las fuerzas revolucionarias en esa situación. Al contrario, para repetir, se tendría que reconocer directamente el objetivo: derrotar, desintegrar y desmantelar totalmente el aparato represivo del viejo orden y las fuerzas reaccionarias que luchen por dicho viejo orden.

Esto también pone de relieve y recalca otro punto importante relacionado con "Sobre la posibilidad de la revolución", en particular en su aplicación y su orientación hacia los países imperialistas. La necesidad de que esta lucha tenga un carácter prolongado —una vez que hayan surgido las condiciones que posibiliten esta lucha— tiene que ver con la necesidad de evitar enfrentamientos decisivos con el otro bando (cuyo desenlace tendría un impacto estratégico sobre todo el rumbo y el resultado de la lucha) antes de existir la posibilidad de que tales enfrentamientos tengan un desenlace positivo para las fuerzas revolucionarias y respecto a sus objetivos revolucionarios fundamentales. También sería necesario un proceso prolongado debido a la necesidad de evitar el establecimiento prematuro de un nuevo régimen revolucionario, cuando éste sea muy vulnerable a una devastadora derrota — antes de que se den las condiciones para la derrota final de las fuerzas reaccionarias e imperialistas.

Por otro lado, tal lucha no se caracterizaría y no debería caracterizarse por "acomodarse con un proceso prolongado", porque eso muy probablemente también sería una receta para la derrota — para ser aplastado y diezmado. Al contrario, sería necesario buscar constantemente los medios de tomar la iniciativa y esto sería el desafío — de tomarla y recuperarla cuando se pierda. Además, sería necesario llevar a cabo todo esto con cierta orientación "finita" — si bien el proceso sería prolongado, también tendría que ser finito.

El fenómeno de "la prolongación sin ninguna orientación finita" ha constituido un problema hasta en los países del tercer mundo. En ciertas situaciones, las fuerzas revolucionarias han perdido el sentido de "lo finito" en su orientación, y en esencia la prolongación de la lucha ha llegado a ser "una cosa en sí y de por sí"; si no a propósito, pues al menos en su efecto objetivo, la toma final del poder a nivel nacional pasa a segundo plano no sólo como una meta inmediata sino en un sentido general y básico. Por ende, sea cual fuere la situación específica —y en su aplicación particular en los países imperialistas— sería necesario la prolongación pero no "acomodarse con la prolongación" y además sería necesario luchar constantemente para aprehender, para tomar la iniciativa —y para recuperarla cuando se pierda— y una orientación de "lo finito" al mismo tiempo que "prolongación".

De mucha importancia, también existe el problema del desarrollo de las condiciones ideológicas y políticas necesarias para iniciar esta lucha por la toma del poder —y la expresión organizada de la influencia ideológica y política de la vanguardia— en las masas básicas pero en la mayor medida posible en todo momento a lo largo del camino, también en otras capas del pueblo, a fin de tener la mejor base posible para hacer avanzar la lucha por el poder una vez que se haya lanzado, y de no ser contenida y aplastada en los hechos, pero de tener la mejor base posible para "romper el cerco" cuando hayan surgido las necesarias condiciones y se haya iniciado esta lucha total por el poder en esas condiciones. Es importante recalcar el siguiente punto: se tendría que hacer el necesario trabajo para sentar las bases para evitar el cerco y la supresión en unas zonas reducidas no solo en el momento en que se inicie y libre esta lucha prolongada, cuando las condiciones pertinentes hayan surgido — no solamente se tendría que hacer ese trabajo en ese momento y bajo esas condiciones. Más bien, también sería necesario, teniendo en cuenta esta contradicción, llevar a cabo el trabajo ideológico y político a lo largo del período previo al surgimiento de las necesarias condiciones y antes de que se inicie tal lucha. Se podría trazar una analogía a la agricultura, a la siembra y la pizca: no se puede pizcar los cultivos justo después de sembrarlos, sin dejarles tiempo para crecer y madurar. Así que sería necesario hacer el trabajo con una orientación estratégica a lo largo del camino, a la vez que el carácter de las cosas sería cualitativamente diferente una vez que hubieran surgido las necesarias condiciones objetivas y se estuviera librando la lucha total por el poder.

En esta conexión, también es importante seguir estudiando la experiencia histórica acerca de la derrota de las luchas más o menos revolucionarias cuya base de apoyo en las masas se pudo reducir —y que de hecho se redujo— a sectores minoritarios de la población. Si se iniciara una lucha del tipo que menciono aquí cuando surgieran las necesarias condiciones, pero que no se hubiera sentado muchas bases previas —no sólo tratándose del desarrollo de las condiciones objetivas sino del trabajo ideológico y político— para extender la lucha más allá de su base más sólida en la población y para que la hiciera suya amplias capas de la población en diversos niveles de actividad o apoyo, pues en esencia eso sería una receta y un camino hacia la derrota. Así que sería necesario sentar las bases para impedir y superar tal enfoque estratégico de parte del otro bando, que muy probablemente éste aplicaría, y que ha aplicado en experiencias anteriores — a fin de aislar y luego aplastar esta clase de lucha revolucionaria.

Podemos recordar unos ejemplos de la historia relativamente reciente, tales como Irlanda del Norte y Malaya (poco después de la Segunda Guerra Mundial), en que fueron aisladas las luchas en general revolucionarias, o en todo caso las luchas que se enfrentaban al poder establecido, en el sector de la población en que la lucha tenía su apoyo más fuerte, y por eso fue posible aislar y suprimirla a un grado muy importante — y en el caso de Malaya derrotarla de plano.

Éstos representan solamente un par de ejemplos de la historia. Es necesario estudiar y aprender mucho más de la historia, de la historia más reciente así como de la experiencia del pasado más lejano, acerca del siguiente principio básico: si bien puede ser cierto —y tratándose de la situación en un país como Estados Unidos con su alto grado de parasitismo, es muy probable que sea cierto— que habrá una brecha, una importante brecha, entre la base más sólida para este movimiento revolucionario y las otras capas del pueblo, si se deja que ésta llegue a ser un abismo profundo e insuperable y que solamente ese sector muy sólido de la población se esté encaminando hacia una participación y apoyo activo para esta lucha, pues ésta va camino hacia la derrota. Esto es algo sobre lo que hay que reflexionar y sobre lo que hay que actuar no sólo cuando las condiciones experimenten un cambio cualitativo y se dé una lucha total por el poder — sino durante un largo tiempo previo, en la manera de hacer el trabajo político, ideológico y organizativo.

Además, es necesario enfrentar directamente lo que casi inevitablemente será la sanguinaria destructividad y crueldad de las fuerzas de los imperialistas (y otros reaccionarios), que no prescindirán de esfuerzo alguno para aplastar y pulverizar de tajo cualquier iniciativa de crear una nueva sociedad mediante una lucha revolucionaria, sobre todo en las entrañas de su base de poder. De nuevo, podemos recordar unos ejemplos de la historia reciente. Está la experiencia reciente de Faluya en Irak y los extremos a que fueron los imperialistas estadounidenses para devastar a esa ciudad y su población — bombardeando hospitales, masacrando a civiles, cuando la mayoría de los insurgentes ya habían abandonado la ciudad a la hora del segundo embate estadounidense contra esa ciudad. Los imperialistas estadounidenses hicieron esto para vengarse y "darle una lección" a las personas en esa ciudad y además a ese país y al mundo en general. No es cierto que los imperialistas estadounidenses lanzaran todo lo que pudieran contra esa ciudad, pero sí fueron a grandes extremos para infligir un enorme grado de sufrimiento no sólo sobre los luchadores más firmes sino sobre la población en general.

Así que, es obvio que en una situación en que se diera un desafío frontal contra su propio poderío y capacidad de dictar y explotar por todo el mundo, no dudarían en desatar una sanguinaria destructividad y crueldad en masa. Tanto en lo ideológico como en la práctica, sería necesario hacer preparativos para esta respuesta —y preparar a las masas para la misma— y volverla en su contra, a medida que cobre fuerza la resolución de las personas al centro de la lucha y de un creciente número de las masas —no sólo las masas básicas sino también las personas de otras capas más amplias— para derrotar a estos imperialistas y reaccionarios por todos los crímenes que hayan cometido en ese mero momento, así como por todo lo que han hecho previo a eso. Ésta sería una fuerte lucha en la esfera ideológica y en la esfera práctica.

Además, cabe visualizar, a manera de una conceptualización teórica, el carácter básico de la "etapa de apertura" de esta lucha prolongada. De nuevo, remito a las y los lectores a la descripción contenida en "Sobre la posibilidad de la revolución" al respecto, lo que incluye lo siguiente:

"Una característica particular y singular de la situación en la que sería posible, y correcto, que las fuerzas revolucionarias iniciaran una lucha prolongada así, sería que la violencia represiva y reaccionaria del actual estado y de sus instituciones hubieran perdido legitimidad —hubiera llegado a verse como violencia injusta e ilegítima— a los ojos de muchísimos sectores de la sociedad. Esto es uno de los signos clave del surgimiento de una situación revolucionaria y una de las bases clave para el surgimiento de un pueblo revolucionario".

Sin entrar en más detalles aquí, "Sobre la posibilidad de la revolución" recalca el punto de que, una vez que se haya dado el cambio cualitativo necesario y que por ello la lucha prolongada tuviera la necesaria base objetiva, el carácter de la "etapa de apertura" de esta lucha prolongada tendría que ser el que dejaba en claro, por su propia naturaleza, que ahora estuviera en escena una fuerza revolucionaria seria en una contienda activa por el poder, con una visión y un programa para transformar radicalmente la sociedad, con el objetivo fundamental de arrancar de raíz las relaciones de explotación y opresión.

En esta conexión, de nuevo al extraer lecciones de gran amplitud acerca de la experiencia histórica, contiene un punto interesante el libro Guerilla Days in Ireland, A Personal Account of the Anglo-Irish War (Días guerrilleros en Irlanda: Un relato personal de la Guerra Anglo-Irlandesa, que se refiere a la guerra justo después de la Primera Guerra Mundial), de Tom Barry, quien participó activamente en esa guerra al lado de la resistencia irlandesa contra la dominación británica. Barry relata que el Alzamiento de Pascua en Irlanda, durante la Primera Guerra Mundial —aunque los británicos lo aplastaron y derrotaron— tuvo un gran impacto, en particular sobre la juventud de Irlanda, incluido Barry. Es muy interesante que en el momento en que éste se dio, de hecho Barry servía en el ejército británico en los combates contra la alianza al mando de Alemania en la Primera Guerra Mundial, y no obstante —aunque fracasó— este alzamiento le sirvió de suceso electrizante — y, según él, para muchos otros irlandeses, sobre todo los jóvenes, en ese momento. Así que hay algo importante que aprender de esta experiencia — aunque no se debería repetir las cosas de la misma manera y con el mismo desenlace. Por medio de la reconfiguración de esta lección a partir de la concepción teórica expuesta en "Sobre la posibilidad de la revolución" —de una lucha revolucionaria prolongada una vez que haya surgido las necesarias condiciones— y en especial tratándose de la "etapa de apertura" de tal lucha, lo que sale a relucir es la importancia de dejar en claro para las personas en toda la sociedad y de hecho en todo el mundo, que existe una fuerza en contienda con una visión radicalmente diferente de cómo debería ser la sociedad, la que ha declarado su presencia y seriedad acerca de luchar y abrir paso para consumar esa visión.

Otro elemento importante que cabe señalar, respecto a esta lucha en general, es el papel de movilizaciones periódicas de las masas así como otro trabajo ideológico y político apuntado a ganar y organizar a crecientes números de las masas en torno a la lucha revolucionaria —no sólo las personas de la base más sólida de esa lucha sino también de las capas más amplias— y a incidir más en el "terreno político" y llevar a cabo más repolarización política entre varias capas, lo que incluye la intensificación de las divisiones en las filas de las fuerzas enemigas, hacia un camino más favorable para la revolución. Se haría todo esto en medio de la tarea principal y el eje focal de la lucha en ese momento —y de hecho para hacer que las condiciones vayan favoreciendo más esa tarea y eje de lucha— que es tener por objetivo la toma del poder por medio de la derrota decisiva de las fuerzas de la reacción, de acuerdo a los principios básicos expuestos en "Sobre la posibilidad de la revolución".

Además, es importante tener en mente la relación general entre las amplias masas —los "millones y millones de personas" que compondrían el pueblo revolucionario en ese momento y sus crecientes números— por un lado, y por otro, la fuerza revolucionaria organizada al centro de la lucha concreta para tomar el poder, no sólo en materia de la manera en que esta relación se perfilará y se expresará al comienzo sino a lo largo de esta lucha con su carácter prolongado pero no obstante finito.

Todo esto aclara y recalca de nuevo la importancia del trabajo que se lleve a cabo antes de que se dé un cambio cualitativo de las condiciones objetivas. En particular, pone de relieve el papel de un movimiento de masas para la revolución que —al desarrollarse una situación revolucionaria y al crecer este movimiento para integrar a millones de personas— se transformaría cualitativamente en una fuerza que libre y apoye la lucha total por el poder (tal como trata "Sobre la posibilidad de la revolución"). A la vez, eso se compenetraría con el fenómeno de "la guerra civil entre dos sectores de la población" (a grandes rasgos, los sectores, o fuerzas, revolucionarios y contrarrevolucionarios en la población en general) que casi a ciencia cierta constituiría un elemento importante de tal lucha. Sería necesario, en esas condiciones futuras, llevar a cabo tal batalla entre dos sectores de la población —entretejida con la lucha contra las principales fuerzas represoras del viejo orden— así como esforzarse para que continúe la repolarización, sobre bases más favorables, en el transcurso de la lucha general, ganando a cuantas personas provenientes de las filas de la contrarrevolución que sea posible ganar hacia las filas de la revolución, o cuando menos neutralizarlas, de modo que dejen de tener una parte en oponerse a la revolución. Todo esto es otra complejidad con la que se tendría que lidiar en el curso de esta lucha prolongada.

Además, para seguir desarrollando la concepción estratégica y teórica, es necesario dedicar mucho más atención al problema de dirección. Se trata de un problema no sólo en un sentido general sino muy específicamente ante la estrategia de "decapitación" de las fuerzas del viejo orden. Tal trabajo, en la esfera de la conceptualización teórica, tendría que centrarse en la importancia de dirección no sólo al nivel más alto y en general estratégico sino también, de mucha importancia, a los niveles inferiores que, junto con la dirección estratégica general, serían decisivos en una lucha prolongada de este tipo una vez que las condiciones para la misma hayan surgido. Aunque el principio de la centralización ideológica y la descentralización organizativa no constituye la totalidad de lo que se tendría que tratar en esta conexión, en esas circunstancias cualitativamente diferentes dicho principio tendría una aplicación importante.

Un problema que ya se está presentando con mucha agudeza —y que tendría peso a lo largo del curso del período antes de la lucha prolongada por el poder y luego con mayor intensidad en el curso de la misma— es la naturaleza unilateral de la alineación de las cosas y la polarización de la sociedad en estos tiempos, en particular en sus expresiones, incluso hoy, en lo que constituye una contrainsurgencia, de parte del orden establecido, en contra de las masas básicas, cuando todavía no existe una insurgencia entre éstas. Aun cuando las cosas hayan avanzado mucho en la lucha prolongada, las personas que libren tal lucha, de parte del bando revolucionario, aún estarían saliendo de una situación en que había existido durante un largo período una polarización desfavorable; y sería necesario esforzarse constantemente para repolarizar la situación sobre bases más favorables, en el transcurso de esa lucha prolongada. Pero este problema ya se está presentando con agudeza, en particular como resultado de la naturaleza unilateral actual de lo que he descrito (y algunas otras personas, desde ángulos distintos, también lo han comentado en términos similares) como una contrainsurgencia contra las masas básicas cuando todavía no existe una insurgencia en éstas, y en general el carácter desfavorable de la actual alineación ideológica/política en la sociedad en general, inclusive en las capas medias.

Por lo que se refiere a esta contrainsurgencia contra las masas básicas, incluso cuando todavía no existe una insurgencia en éstas, nos pueden ocurrir cosas como "la guerra contra la droga", el encarcelamiento en masa, las campañas de "parar y registrar" y capturar los datos de millones y millones de jóvenes de los barrios marginales de las ciudades en las "bases de datos de los organismos del orden público", en muchos casos cuando ellos ni siquiera han cometido ningún crimen. Cuando la clase dominante hace todo esto, ¿qué propósito tiene en el sentido estratégico? No sólo lo está haciendo para "mantener el orden" en las actuales circunstancias sino, cuando menos de parte de algunos pensadores más estratégicos, lo están haciendo con el futuro en mente — como parte de sus esfuerzos para prevenir la posibilidad de una auténtica insurgencia y para estar en una posición desde la cual aplastarla de inmediato con sangre si de todos modos una surgiera, a pesar de todos sus esfuerzos.

Ahora, en torno a la actual polarización desfavorable en las capas medias, la clase dominante ha hecho un trabajo, haciendo diversas formas de propaganda (incluyendo con sus medios de comunicación y "cultura popular") para deshumanizar a las masas básicas, presentándolas como peligrosas y ruines. Es muy penoso el tener que decirlo pero tenemos que reconocer que en las capas medias existe una amplia aceptación, en una medida demasiado grande, de esta imagen de las masas básicas, y de los jóvenes en particular en los barrios marginales de las ciudades, que pregona la clase dominante. Si eso no fuera cierto, incluso con todo el individualismo auto-indulgente que cunde tan ampliamente en la cultura en estos tiempos, existiría mucha más protesta y resistencia de masas cuando ocurriera algo como el vil asesinato de Oscar Grant — pero, al contrario, existe silencio e inactividad, no literalmente pero a un grado demasiado fuerte, en particular en las capas medias y sobre todo en las personas blancas.

Eso, claro está, está relacionado con lo que se recalcaba anteriormente acerca de "romper el cerco" cuando se den condiciones cualitativamente diferentes y se esté librando la lucha prolongada por el poder —sin dejar que surja una situación en que solamente la base más sólida para la lucha revolucionaria estaría en una posición de apoyo y participación activa—, lo que también implicaría que, en poco tiempo, incluso esa base no podría seguir aguantando y resistiendo. Mao señaló esto (a mi parecer, en "Una sola chispa puede incendiar la pradera"), respecto a la situación de las primeras etapas de la guerra popular prolongada de China cuando las fuerzas revolucionarias habían establecido las bases de apoyo en el campo: si no pudieran ampliar el territorio de las bases de apoyo e integrar más personas en ello, advirtió Mao, pues, ante todo, las clases medias en las bases de apoyo —los campesinos acaudalados así como las capas de artesanos y otras capas medias— los abandonarían y en tal caso incluso las masas básicas, los campesinos pobres y medios de la capa inferior y los proletarios, no podrían seguir resistiendo y aguantando. Existe una analogía entre eso y la situación y los problemas con los que se tendría que lidiar hablando de la clase de lucha revolucionaria prolongada en los países imperialistas que se menciona en "Sobre la posibilidad de la revolución".

De nuevo, todo esto señala y recalca la importancia de la repolarización, incluso ahora —con la orientación estratégica de construir un movimiento para la revolución— una repolarización ideológica y política, ahora y de manera constante.

Así que esos son algunos puntos que cabe recalcar respecto a lo que expone "Sobre la posibilidad de la revolución", hablando específicamente de los países imperialistas.

Continuará

1. "Sobre la posibilidad de la revolución" salió primero en Revolución #102, 23 de septiembre de 2007; también se incluye en Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, un folleto de Revolución, 1º de mayo de 2008, y se puede conseguir en línea en revcom.us. [regresa]

 

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